Phantasma

Extraño film de culto de fines de los 70s, de Don Coscarelli, que se convertiría en tetralogía (“Phantasm II”, 1988; “Phantasm III: Lord of the dead”, 1994; “Phantasm IV: Oblivion”, 1998) y que presentaría a uno de los personajes más extraños del cine de terror independiente, “El Hombre Alto”.

Mike es un adolescente que acaba de perder a sus padres en un accidente y vive con su hermano mayor, Jody, un mujeriego músico, por el cual siente una extraña obsesión, que lo hace espiarlo constantemente. Un día, en el cementerio de Morningside, observa como el sepulturero, un tétrico hombre alto vestido de negro, levanta con una pasmosa facilidad un sarcófago y lo mete a la camioneta funeraria. Contrariado por la situación, decide espiarlo y se percata que el siniestro hombre roba cadáveres con algún oscuro propósito.

“Phantasm” (1979) fue concebida por Don Coscarelli a partir de una pesadilla, en la que corría por unos largos y angostos pasillos de mármol, perseguido por una esfera de cromo que intentaba alcanzarlo y perforarle la cabeza. Para tener total concentración, decidió encerrarse solo en una cabaña, en donde escribiría el guión del que sería su tercer film, aquel con el que irrumpiría en el cine de terror de los 70s. De esta forma, con escasos US$300 mil, Coscarelli rodaría una película ciertamente original e inquietante, extraña y confusa, pero con cierto aire a clásico underground.

Posiblemente, uno de los principales rasgos del guión es su desconcertante pero efectiva mezcla de géneros, en donde encontramos una trama terrorífica (un personaje siniestro con maléficos planes), elementos de ciencia ficción (artilugios y procedimientos para crear seres fantásticos), surrealismo puro (juego con otras dimensiones y confusión de las mismas) hasta un drama familiar (el hermano menor obsesionado con el mayor).

Y en la misma línea, los conceptos de lógica y miedo se combinan de tal forma que es innegable que la película tiene una esencia surrealista y perturbadora diferente, que decididamente la aleja de otras franquicias de esa época, entiéndase aquellas iniciadas por “La noche de los muertos vivientes” (1968), “La matanza de Texas” (1974) y “Halloween” (1978). Sí, porque aquí, yo diría, más que una película con problemas de lógica, que los tiene, estamos ante un film que sabe utilizar la lógica –o sus desvaríos de lógica- para acrecentar su naturaleza pesadillesca, en donde el joven protagonista luchará constantemente por dilucidar si la horrorsa experiencia es parte de un mal sueño o si efectivamente es real. La escena en que visita a la vidente y ésta le dice que todo está en el miedo, es decididamente clave para entender cuál es el principal vehículo narrativo que Coscarelli otorga a la trama, el miedo.

Pero, ¿dónde está el miedo? En todas partes. Mike, en plena pre-adolescencia, acaba de perder a sus padres y si ello no es suficiente como para tener miedo respecto a su presente y futuro, se agrega el hecho de que su hermano mayor ha asumido su cuidado más que nada por una obligación moral. Jody es mujeriego e itinerante, no le gustan las ataduras y piensa reiteradamente en dejar a su hermano menor al cuidado de una tía. Mike sabe lo que pasa por la cabeza de Jody y el hecho de presenciar la horrible escena en que el sepulturero se roba el cadáver de uno de los amigos de Jody y termina siendo hostigado por el Hombre Alto y sus secuaces diabólicos, no ayudará en nada para calmar al chico. Entonces, la mezcla de miedos reales y sobrenaturales en Mike es el leitmotiv que sustenta “Phantasm” (1979).

Cabe detenerse, entonces, en las escenas pesadillescas del film, en donde el espectador puede advertir la inquietante fotografía del propio Coscarelli y el oficio de Paul Pepperman en los efectos especiales. Tras la escena introductoria del amigo de Jody sucumbiendo ante una extraña y tetona rubia que lo acuchilla durante un encuentro sexual en el cementerio, la siguiente escena con la misma rubia y, esta vez, Jody pasa de ser anecdótica a ser preponderante para la trama, ya que de plano nos mostrará un villano que utiliza la figura de una mujer voluptuosa para atraer incautos. La intervención de Mike se justificará al salvar a su hermano de forma indirecta cuando sea perseguido por una pequeña y extraña criatura que lo persigue en medio del cementerio.

Posteriormente, encontramos dos escenas de pesadilla que unirán a los hermanos en el horror, sin saberlo. Mike sufre pesadillas cuando su lecho se convierte en una tumba, mientras el Hombre Alto y sus acólitos los arrastran consigo, mientras Jody en el mausoleo los ve venir y atraparlo por entremedio de los nichos. En ambas escenas, contrastadas por la oscuridad que reina en la pesadilla de Mike y la luminosidad en la de Jody, está presente el elemento “miedo” y el desafío constante a la lógica.

Sin embargo, hay un par de escenas que serían más importantes y recordadas como aquella en la que Mike se mete a la funeraria y tras ser descubierto logra escapar de un esbirro del Hombre Alto, quien termina siendo víctima de la legendaria esfera. En el film, no se nos entrega información de qué es, para qué sirve o de qué está hecha la esfera, pero es evidentemente lo impresionable que resulta, ya que es implacable a la hora de perseguir, enterrarse y taladrar el cráneo de su víctima, drenandolo completamente. A pesar de que han pasado casi 37 años, la escena sigue siendo impactante y bastante pragmática en términos de horror.

Finalmente, mencionar la escena en que Mike logra cortar los dedos del Hombre Alto y guardar uno de ellos para mostrárselo como evidencia a su hermano. Guardado en una caja, el dedo al final se convertirá en un asqueroso insecto que atacará a los hermanos.

Con todo, hay que reconocer que el film no tiene muchas escenas de sangre: como ya decía, el mayor mérito del film tiene que ver en la forma como expone el miedo de sus personajes y quizás ello pueda hacer que algunos espectadores sientan que la película es lenta. Posteriormente, Coscarelli exploraría más el gore en las secuelas, algo que de cualquier forma era una tónica en las películas setenteras, que eran más bien sugerentes.

Otro trabajo destacable es de la música, aporte de Fred Myrow, que recuerda a la banda sonora de “El Exorcista” (1973) y el tema “Tubular Bells” de Mike Oldfield. Los insistentes acordes del piano hacen que “Phantasm” (1979) sea más sugerente y macabra aún y uno de los elementos distintivos del film.

Respecto a las actuaciones, el reparto está encabezado por Bill Thornbury (“Phantasm III: Lord of dead”, 1994; “Phantasm IV: Oblivion”, 1998) que interpreta a Jody, el típico mujeriego y parrandero, que por cierto es músico, interpretando una de sus canciones en el film. A. Michael Baldwin (“Phantasm III: Lord of dead”, 1994; “Phantasm IV: Oblivion”, 1998) es Mike, un chico con el que el espectador se siente identificado, no necesariamente siendo de sue dad, sino por los constantes vaivenes que debe enfrentar. Finalmente, Angus Scrimm (Saga “Phantasm”, 1979-1998) es el icónico Hombre Alto, cuya presencia y estatura son simplemente suficientes para asustar o al menos intimidar a cualquiera. Scrimm fue un reconocido escritor y crítico musical de Revista TV Guide.

En resumen, un film interesante y único, surrealista e inquietante, que bien merece su estatus de film de culto, y que representa un buen inicio para una franquicia que tendría en “Phantasm II” (1988) su punto culmine.

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